Patrimonio

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Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

Se trata de un edificio gótico-renacentista construido sobre la base de un antiguo templo de los siglos XIII-XIV. De estas primitivas épocas data el campanario. Se trata de un edificio exento, cuadrangular y granítico. Una puerta de medio punto, que da paso a una singular escalera de caracol, constituye el único acceso. Su antigua propiedad y uso fue compartida por la parroquia y el concejo.

La fábrica de la iglesia acoge una única nave, que remata con una cabecera de estructura ochavada a la que fortalecen un total de seis estribos. Tal cabecera, con bóveda de terceletes, fue iniciada en el primer tercio del siglo XVI, si bien su finalización no se produjo hasta finales de la citada centuria. En ella dejó su impronta Pedro de Ybarra, a la sazón arquitecto de la diócesis.

Una muestra artística de primer orden lo constituye el púlpito, del siglo XVI. Construido en granito, acoge en su frontal cuatro escudos con los símbolos de los cuatro evangelista, así como el jarrón de azucenas alusivo a la Virgen.

El centro del ábside lo ocupa el retablo mayor, un magnifico ejemplar barroco ejecutado por el escultor Juan García en el siglo XVII. Consta de dos cuerpos separados entre sí por un rico y ancho entablamento. Dichos cuerpos se estructuran en tres calles separadas entre sí por seis majestuosas columnas barrocas de estilo corintio.

La parte central del piso superior lo llena completamente un relieve que representa la Coronación de la Virgen por el Padre y el Hijo, con la presencia del Espíritu Santo emergiendo de una nube y flanqueado por dos angelotes. Otros tres angelotes se han tallado a los pies de la Virgen. También en la parte inferior, a ambos lados de Nuestra Señora, se representan las figuras de dos ángeles músicos.

En las calles exteriores de este segundo cuerpo, en sendas hornacinas se hallan dos supuestas imágenes de San Joaquín y Santa Ana. Otras tallas que se reparten por el retablo corresponden a San Francisco de Asís, San Pablo, Santo Domingo de Guzmán, San Pedro Apóstol, San Pedro de Alcántara, San Roque y San Juan Bautista.

El dorado del retablo lo ejecuta el maestro José Muñoz de la Resta en los primeros años del siglo XVIII.

Interesantes son igualmente los retablos laterales de las Animas y de la Virgen del Rosario. Si el primero de ellos acoge un cuadro refleja las almas penando en el purgatorio, obra del pintor Pedro de la Mata, de principios del siglo XVII. A este mismo siglo corresponde el segundo de los retablos, en cuya hornacina acoge una imagen de Nuestra Señora tallada en la centuria anterior.

En cuanto al resto de las esculturas destacan las tallas del Cristo del Perdón (siglo XV) y del Cristo Yacente (siglo XVIII). Y como piezas del tesoro parroquial mencionamos una cruz procesional de cobre (siglo XIV), una custodia del siglo XVI, y un copón rococó y otra cruz procesional fechables en el siglo XVIII.